— Me decían que todo era normal… —
Hola me llamo Jazmine. Hace dos meses tuve a mi tercer hijo. Desde un principio el embarazo fue complicado y en la etapa final empecé a hincharme mucho. Le dije a la doctora que me parecía que tenía signos de estar teniendo una preeclampsia, a lo cual ella me respondió que no, que la inflamación era normal.
Afortunadamente, el nacimiento se tuvo que adelantar una semana porque la bebé se había girado. Después de esto todo fue a peor, a lo cual me seguían repitiendo que era normal. Pedí salir antes del hospital porque tenía miedo de morir allí. Después de llegar a casa, a las tres horas, me empecé a sentir mal, mi tensión estaba muy elevada y mi corazón se ralentizó.
Al regresar nuevamente a urgencias, me llevaron de unas urgencias a otras hasta que regresé a urgencias de maternidad. Doy las gracias a un médico de origen argentino que me puso el tratamiento indicado y me dijo que efectivamente tenía preeclampsia, pero que no había llegado a convulsionar. Estuve en cuidados intensivos menos tiempo del que debía porque otros médicos desmentían el diagnóstico y querían quitarme la vesícula biliar… todo un rosario de acontecimientos. Después de permanecer hospitalizada 8 días, regresé a casa sin ningún tratamiento y sin que mi ginecóloga, hasta el día de hoy, se dignara a hacerme un control más riguroso, etc…
Las secuelas que tengo son neurológicas, pérdida de memoria, algunas mentales, pérdida de fuerza, dolores en las articulaciones, cervicales y lumbares.
Cabe destacar que vivo en Ginebra (Suiza) y que aquí no es muy común este problema porque, como me lo explico el médico, ¡Es una enfermedad que se presenta más en las mujeres del sur de América y que en muchas ocasiones los exámenes salen negativos y por eso la descartan!