— Una experiencia negativa que sirvió para mejorar mi control —
Soy mamá de Malvina y Eithan.
En el 2013 tuve mi primer embarazo con los controles normales, todo bien.
En la semana 28 de gestación empecé a sentir dolor en el pecho, no tenía fuerzas en los brazos y me costaba respirar. Sin dudarlo fui a urgencias donde me hicieron una ecografía para ver si mi bebé se encontraba bien y con vida. Me tomaron la presión arterial y me dejaron en observación con medicación antihipertensiva.
Después de toda una noche me hicieron exámenes donde salió que tenía proteínas en orina. Mi diagnóstico era preeclampsia. La ecografía doppler que me hicieron después fue motivo para hacerme una cesárea de urgencia. Mi hija nació con 28 semanas de gestación pesando 700gr y de inmediato la llevaron a la UCI.
Estuve 3 días más ingresada con medicación, ya que mi presión no se estabilizaba. Mi hija estuvo ingresada con muchas complicaciones por su prematuridad durante 5 meses. Falleció en agosto de 2013 a causa de una de tantas sepsis.
Durante dos años me hice estudios de rutina, sumado a fondo de ojos y ecografía renal, entre otros. Me descartaron trombofilia y lupus. En el 2014 volví a intentarlo junto a un médico especialista en embarazos de alto riesgo y pude tener a mi hijo sano. Fue un embarazo donde no hubo ni presión alta, ni ninguna otra complicación.
Pude salir de una maternidad abrazando a mi hijo y llevándolo a casa.