— Una luchadora de 900 gramos —
Me quedé embrazada por fecundación in vitro con 29 años. Era mi primer embrazo y estábamos toda la familia muy pero que muy contentos.
Las primeras semanas fueron siempre según lo normal pero a partir de los dos meses en los controles rutinarios nos comentaban los médicos que tenía la tensión un poco alta pero nada fuera de lo normal. Empecé a retener muchos líquidos y a hincharme mucho.
La tensión seguía un poco alta pero nada preocupante. Los médicos me decían que cuidara mi alimentación ya que estaba subiendo de peso muy rápido pero yo la verdad es comía bastante sano como norma general. A la semana 20 me dijeron que tenía las arterias uterinas un poco mal y que estaba en riesgo de desarrollar una preeclampsia, que hiciera dieta y les trajera una analítica de la orina para ver los niveles de proteína.
Los resultados no fueron del todo malos pero se tenía que llevar un control. Pasé tener visitas semanales. A partir de ahí empecé a tener subidas de tensión muy altas y cada dos por tres tenía que correr a urgencias. Allí en vista de la gravedad decidieron ponerme en un grupo donde estudian y tratan a las mujeres con preeclampsia. Me ingresaron en el hospital, donde estuve casi dos semanas en planta normal y con analíticas casi diarias y medicación para que la tensión no fuera a más. Mi hija dejó de crecer, estaba sana pero no le llegaba suficiente alimento y oxígeno puesto que las arterias uterinas impedían el paso de alimento. Al final tuvieron que ingresarme en UCI porque tenía un fuerte dolor de cabeza y la tensión por las nubes otra vez.
Estuve en la UCI una semana más. Me hacían analíticas de orina 2 veces al día. Una noche dijeron de provocar una cesárea de urgencia ya que mis riñones corrían el riesgo de fallar. Estaba de 28 semanas, con mucho miedo. El parto fue bien pero tuvieron que hacerme una cesárea. Solo escuché llorar a mi niña y se la llevaron rápidamente a la UCI neonatal donde tuvieron que entubarla por tener los pulmones demasiado débiles. Yo todavía estaba en la UCI ya que estaban controlando que mi cuerpo volviera a la normalidad. Mi pareja estaba casi todo el día en la UCI con la niña y venía a enseñarme fotos y poniéndome al día hasta que por fin pude ir a verla y cogerla en brazos. Mi niña pesó 900 gramos. Hemos tenido la suerte de que es una luchadora muy fuerte y a día de hoy estamos las dos bien.
Ahora queremos otro hijo o hija pero queremos asegurarnos bien de los riesgos de desarrollar otra vez preeclampsia, ya que muchas mujeres y muchos bebés se quedan por el camino por desgracia.