— Preeclampsia autodiagnosticada —
Tengo 33 años, 32 al momento de mi embarazo el año pasado. Como todos los casos todo iba bien hasta la semana 30 que fue donde empecé a embotarme horriblemente, al pisar descalza me veía los pies tan hinchados que sentís que se me reventarían de la presión, igual que mis manos y cara, fue lo primero que hizo dudar de que algo anduviera mal conmigo.
Por las noches siempre entre las 22 y 00:00 me faltaba el aire de una manera desesperante, y claro, era la presión subiendo, siempre de noche y yo no tenía idea. Tenía dolores de cabeza a veces pero fuertes, eso me llevó a googlear los síntomas y caí en el autodiagnóstico. Sí, porque sentía que algo no andaba bien.
Se lo consulté al doctor que me atendía el embarazo; primero me decía que era normal estar hinchada. Pero yo le fui sumando mis síntomas y le dije que sospechaba de una preeclampsia… a lo que, como se hubiera despertado en ese momento, me dijo: “Vamos a hacer el pedido de los análisis de orina para ver la bendita proteína“. Para esto ya iba casi 37 semanas. También fue signo de alarma que subí muchísimo en dos semanas de peso. Eso lo terminó de convencer para pedir los análisis.
Mi bebé venía creciendo bien y me decían que sería grandota. “¡Más de 3,500 kg seguro!“. Cuando me hacen la última eco mi bebé está bajo de peso. Me sale la proteína en la orina e indican que debía ir a cesárea de urgencia ese mismo día. Y así fue, todo un caos ese día.
Mande a buscar los bolsos a mi pareja con mis cosas y de mi beba. Y estuve en control monitoreandome toda la siesta y tarde. Mi presión no bajaba y a las 20:00 nació mi hijita. Por cesárea, obviamente. Fue algo que no se me dió a elegir: si o si debía ir a cesárea. Lo que yo no sabía es que podía llegar a convulsionar. Ese dato solo se lo dieron a mi pareja, que mi vida en el parto corría peligro.
Fue el día más lindo y más al límite de mi vida. En la cesárea, la sacan a mi hija, la miro toda moradita, la pesan y se la llevan rápido. Ahí me comienzo a descompensar, siento un calor que subía hacia los hombros y falta de aire horrible. Le digo al anestesista que me moría, ya sentía que me moría, ¡que haga algo! y recuerdo que puso algo en la vía. Cuestión, que desperté como 3 horas después en UTI dónde estaba ya con 17 todavía de presión. No podía abrir los ojos y el zumbido horrible en mi cabeza. No me olvidó más.
Recién al otro día a la siesta pude ver a mi hija. Cuando estuve estabilizada. Es algo que me dió a pensar en no tener más hijos. Lo que pase en el parto no se lo deseo a nadie… casi muero, literal. ¡Una sensación de desesperación horrible!
Fue el día más lindo pero más al límite de mi vida: daba vida a mi hija pero yo sentía morirme. Sentimientos encontrados, miedo, ansiedad… Quedé muy traumatizada. No creo volver a tener hijos. Con mi reina que nació sana me alcanza. Esa fue mi experiencia. Todo se dió súper rápido y gracias a mi insistencia que algo no andaba bien, mi bebé pudo vivir.